Rap de oro

«Tengo la sensación de que esto ya pasó, y que viene algo mejor para la población» reza la última línea de la canción de Óscar Uzuriaga. Él es artista, rapero y compositor desde muy pequeño. Es el hermano menor de una familia que también se está forjando un camino en el arte, algunos como cosecha propia y otros para alimentar el talento de los demás.

Óscar es hoy conocido como «Rap de oro» y recientemente lanzó su primer sencillo Paz natural. Antes participaba como corista en la agrupación de sus hermanos y ahí se hacía llamar Caballo de oro. En honor a este, que fue su espacio de experimentación y aprendizaje, conservó parte del nombre. Aunque también está cargado de otros significados. Oro, así en presente, es el estado en el que se conecta con Dios y recibe inspiración. Curiosamente es la mezcla de las iniciales de su nombre, el de su mamá Orfa y el de su papá, Rubiel. Dice que es también en lo que quiere convertir la materia prima que son sus letras: en algo valioso. Que quien las escuche quiera conservarlas y atesorarlas.


Óscar tiene 24 años y la mirada como un lago profundo, espeso y brillante. A los 11 años compuso su primer verso y sus hermanos lo invitaron a participar en el primer grupo musical. Con ellos fue afinando la composición, la presencia en la tarima, la improvisación en las calles. Fue por ellos que oyó a los máximos raperos del momento. Siendo tan pequeño lo que escuchaba era un tarareo rítmico, una jerga y un idioma que desconocía. Pero cuando escuchó rapear en español se develó totalmente el sueño. Supo que esa sería la forma, la expresión con la que quería traducir el mundo y lanzar a él nuevos significados. 

La hora mágica -ese tipo de luz que puede ser nostalgia o caricia- en el Oriente de Cali se adelanta. Y es hermosa desde las 4:45 pm. Tiene una cualidad similar a la del amanecer, pero son los últimos rayos del día que está muriendo. Transita el día de un estado a otro, como la gente de regreso a sus hogares para descansar. El tránsito necesario a la oscuridad, en el que se espera la alegría del nuevo día que nace.

Oscar vive en el barrio Las Orquídeas, al oriente de la ciudad. Tenía el sueño de ser futbolista, pero durante los entrenamientos tuvo varias lesiones en su cuerpo. Sentía que la vida le decía que era bueno, que tenía el talento, pero que debía seguir buscando su camino verdadero. Entró a trabajar a una empresa y se lastimó la rodilla, una de las partes que se había lesionado antes. La lista de imprevistos no se detuvo. Lo expulsaron de un curso que estaba asistiendo paralelo al trabajo porque no le aceptaron la incapacidad médica. Perdió el computador de su hermano, le robaron el celular y siguiendo el ánimo de la vida de quitarle todo, él por sí solo ya quería abandonarse. La noche la sentía más densa y oscura: la noche oscura del alma. Cuenta que una voz íntima, superior, le dictaba “respire, tranquilo. Usted lo que necesita es paz”. Una voz que en su cabeza se alternaba con la duda ¿Entonces qué vine a hacer a este mundo?

Pero en las noches iban surgiendo algunos visos de luz. Estos no se veían sino que se escuchaban, deambulaban por el espacio mental hasta que el canal de la voz los dejaba salir: Deja que el viento se meta en tu cuerpo y mira cómo fluye el talento / El esfuerzo te va a liberar de lo malo que llevas por dentro. Visos que se presentaban por entregas, en forma de respuesta. Él dice que era como encontrar a Dios en cada sílaba. Y después de varias noches saboreando las sensaciones, amaneció un nuevo proyecto: 100 cartas, una rima y una vida por contarte. Empezó a escribir una a una en las noches, cuando para él llegan las mejores cosas. Aunque de día también lo encontraban, mal parado a veces, y desde donde estuviera repetía y tarareaba los versos para que no se fueran, hasta llegar a casa y anotarlos.

Óscar ahora puede decir que esta inspiración viene de la dificultad misma, del proceso. Escribe y sigue escribiendo cartas. Libera el corazón, la desazón, el cansancio del trabajo arduo de la semana. Con sus propios medios financia la producción de este nuevo proyecto, que contempla un álbum musical entero. A pesar de que el apoyo a este arte debería ser mayor, con lo que cuenta es con su esfuerzo y creatividad. Su hermano mayor, quien es gestor cultural también del Distrito, lo pone en diálogo con otros artistas para potenciar su propuesta. Uno de ellos diseñó el logo. Dibujó un caballo y unos pájaros volando sobre una palmera, consciente de la comunión del cantante con la naturaleza.

Este año con Titan producer, un amigo de la infancia, grabó el primer sencillo. Cuatro meses después empezó a planear el video musical junto a Christian Arango, de la Fundación Distrito Cultural, quien se especializa en dibujo y animación. El desarrollo duró más de un año, y mientras tanto Óscar se decía que lo bueno se hace esperar. Hace tres meses el video musical está en Youtube y las redes sociales de Rap de oro, con casi 500 visitas. Familiares, vecinos y amigos están a la expectativa de la segunda carta, que está grabando los sábados después del trabajo. Anhela que su público sea tan grande como su lírica. Para crear, dice, es sin complicaciones, hasta el sonido de los pájaros puede ser la base para una melodía ¡Quiero que las cartas lleguen a todo el mundo!

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