FUNDAMAC

Doña Irma tiene 74 años, pero en el escenario transmite la energía de una niña. Le gusta mucho que la aplaudan y dice que por eso se entrega a todos los papeles que interpreta. Su infancia verdadera la vivió en el barrio San Fernando, al frente de un gran teatro al que entraba cada tanto para soñar lo que hoy tiene la alegría de decir que hace: actuar. Un par de días a la semana aprendía en su escuela, FUNDAMAC, y luego enseñaba a los niños del hogar de bienestar en donde trabajaba. Ella y ellos dramatizaron poemas, cuentos y canciones juntos durante más de 30 años.


En el año 2001, un grupo de actores y actrices llegaron al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para dictar un taller de expresión creativa a las madres encargadas de los cuidados y el alimento de los niños en los jardines infantiles y los hogares de paso. Estas madres tenían muchas historias por contar, y todo el ánimo para hacerlo. Más tarde, motivados por un concurso del Concejo Municipal de Cali, empezaron a montar la primera obra de teatro. El concurso no se realizó, pero el impulso continuó hasta lo que hoy es la Fundación Grupo de Teatro de Madres Comunitarias FUNDAMAC, liderada por el maestro Francisco Díaz.

Esta obra, que fue la piedra angular del proceso, se llamó “Fotografías del planeta Tierra” y buscaba sensibilizar al público sobre la importancia del cuidado a la naturaleza, a la madre mayor. Cuentan que la montaron con mucho esfuerzo y el único apoyo que recibieron fue por parte de una Cooperativa que prestó 400 mil pesos para el montaje. Con este recurso convocaron a Liliana Ángulo, de Esquina Latina, para que puliera la obra. Francisco había dirigido antes un grupo de teatro de niños y jóvenes en la Fundación Valle del Lili. Él ya guardaba dentro de sí una certeza: el arte es de las herramientas más importantes para conectarse con la sociedad. Desde entonces, además de la creación de obras, promueve otros espacios artísticos como el Encuentro Cultural de Madres Comunitarias, en el que cada año se presentan danzas, teatro y música en el Teatro Jorge Isaacs.

Tanto él como las madres están entregados al don de la enseñanza y del cuidado. Por eso coinciden en que las obras, además de generar una emoción, deben tocar los temas que más necesitamos para estar mejor y para ser mejores. Por ejemplo la obra Un drama para contar la crearon para concientizar sobre los tipos de violencia que podemos atravesar, y a veces encarnar, y que con la cotidianidad podemos pasar por alto. Para eso construyeron personajes con carácter violento, a partir de lo que cada una había vivido, había visto o le habían contado. Primero permitieron una lluvia de ideas en la que todas las aguas eran bienvenidas. Improvisaron algunos relatos cortos y luego desecharon lo que en esa ocasión no servía. Finalmente escribieron juntos el libreto y empezaron los ensayos. Así con cada obra. Con esmero y atención en cada paso, como quien talla, teje o borda.

El grupo fue reconocido en el 2008 con el premio “Por Una Cali Mejor”, otorgado por la Alcaldía y la mención Carlos Lleras entregada en el 2010 por el ICBF. Tiene una base de diez madres, tres de ellas son fundadoras: Ana, Irma y Felisa. Entran y salen más mujeres, de todas las edades y de acuerdo a sus ritmos, y se adaptan a la dinámica del proceso. Han pasado por escenarios grandes y pequeños: la caseta comunal, el teatro Jorge Isaacs y el gran Teatro municipal de Cali. También han llevado sus obras a Yumbo y Palmira, y en los 20 años de trabajo han tenido más de 500 presentaciones. Celebran entre ellas los logros que les ha regalado su tenacidad en el oficio del arte, como tener un lugar en distintos espacios culturales y producciones cinematográficas. Pero también se alegran con los logros personales: muchas han vencido sus miedos a través del teatro. Han entendido su fuerza y con ella han incursionado en otros espacios de participación comunitaria.

Soraya Mina lleva diez años en el grupo y le apasiona experimentar una aventura distinta cada vez, con cada personaje que interpreta. Dice que es como vivir varias vidas dentro de una, como una matrioska con otras personalidades pequeñas contenidas dentro. Ella también es profesora de teatro y coordina la Fundación “Proyecto redes”, en el barrio Llano Verde. Ahí trabaja la lectura, la música y las danzas folclóricas.Tiene un festival de poesía, una feria de Cine al parque, un comedor comunitario. Como las nombra son todas, para ella, actividades equiparables a viajar, soñar y volar.

Durante muchos años FUNDAMAC ha sido tierra abonada. Ha sido sol y agua para semillas que luego surgen también en otros campos. A pesar de llevar tantos años trabajando no los conocen mucho fuera de su público que son las 500 madres comunitarias de la ciudad y los más de 4.000 padres. Los recursos para la escenografía, los vestuarios, el alquiler de los teatros siempre son pocos, recolectados con mucho esfuerzo por todas. Quieren estrenarse en esto de las redes sociales, que el resto de la ciudad las conozcan y conozcan su trabajo, lleno de ejercicios voluntarios. “Lo que nos une es estar aquí compartiendo juntos”, dice Francisco, el líder de la Fundación. Su motivación es que se trata de mujeres, mujeres que hacen arte y además son agentes educativos como madres comunitarias. Son actrices, sí, pero sobre todo son actoras sociales.

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